Mientras hablaba con Pedro, nuestro consejero delegado en Portugal, esta mañana y más tarde con Rita, la hija de Antonio, he sentido muy de cerca la verdadera dimensión de esta crisis. Ha sido uno de los momentos más tristes de mi vida. Antonio nos ha dejado demasiado pronto y su hija no podrá asistir al funeral porque tiene el virus y tampoco podremos ir nosotros, a pesar de estar sanos.
Quiero decirle a toda la familia Santander y también a las sociedades en las que operamos, a los gobiernos, autoridades, a los consejeros delegados de otras empresas, que tenemos que trabajar juntos para salvar vidas y para salvar los puestos de trabajo que pueden salvar vidas. Que cada uno contribuya con lo que mejor pueda aportar. Olvidemos ideologías y partidos políticos. Somos una sola familia global. Trabajando juntos, podremos resolver esto más rápidamente y recuperarnos antes.
Quiero aprovechar para enviar mi pésame personal a todas aquellas personas de la familia Santander y especialmente a nuestros colegas portugueses. Y a todas las familias que hoy lloran a sus seres queridos y amigos.
Gracias, Antonio. Ha sido un privilegio ser tu compañera y amiga.