Ramón Casilda, profesor de estudios latinoamericanos en la Universidad de Alcalá, y Jose Antonio Ocampo, ex secretario ejecutivo de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y profesor de la Universidad de Columbia, junto a otros 29 académicos y ex funcionarios públicos latinoamericanos y españoles, firman un documento publicado por el Instituto de Iberoamérica de la Universidad de Salamanca sobre la necesidad de obtener un “consenso latinoamericano” para superar los retos económicos y sociales en la región tras el covid-19.
Las proyecciones de los principales organismos económicos auguran que América Latina será la región del mundo en desarrollo que se verá más afectada por la crisis del covid-19. Según las últimas previsiones publicadas el pasado junio por el Banco Mundial y el FMI, el PIB regional se contraerá en 2020 un 7,2% y 9,4%, respectivamente. Además, según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), 30 millones de latinoamericanos podrían sumarse a la población en situación de pobreza.
Los autores advierten de que esta recesión será la peor desde que se tienen datos y vendrá acompañada de crecimiento débil para la región, lo que podría significar una nueva década perdida (2014-2024) con consecuencias peores que la crisis de los 80.
Ante este escenario, proponen la necesidad de un “consenso latinoamericano” entre los agentes económicos y sociales de la región, con un compromiso claro con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y que constaría de 18 puntos, entre los que se destacan los siguientes:
Filtrar resultados
Según Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, para impulsar el crecimiento se necesitan tres cosas: mejorar la regulación para dinamizar la iniciativa privada, profundizar la integración regional y prepararse para aprovechar el potencial de la IA.
Según The European House–Ambrosetti, la UE tiene una oportunidad de impulsar competitividad y crecimiento a través de la simplificación normativa y supervisora, sobre todo en materia de sostenibilidad y en el sector financiero.
Según Ramón Casilda Béjar, España, en el complejo panorama geopolítico actual, tiene la oportunidad de fortalecer su rol como puente entre Iberoamérica y la UE, revitalizando inversiones en las dos direcciones.
Según el @ECB, en episodios de crisis, se recurre al efectivo como reserva de valor fiable y medio de pago resiliente, lo que resalta su papel crucial más allá de su relevancia en las transacciones diarias de pagos.
Según Juan S. Mora-Sanguinetti, en España un aumento del 10% en el volumen de regulación provoca una caída del 0,5% en el empleo de las empresas con menos de 10 trabajadores.
Según Hélène Rey: “En un mundo donde las stablecoins, en particular aquellas vinculadas al dólar, se conviertan en una herramienta de pago global importante, debemos prepararnos para consecuencias de gran alcance”.
@judith_arnal propone reformas para que la UE avance en la simplificación regulatoria, empezando por consensuar qué significa, con la competitividad como pilar, además de mecanismos de coordinación y un rediseño de la gobernanza.
Según @iee_org, España es uno de los entornos fiscales más exigentes para las empresas dentro del contexto europeo e internacional, lo que puede tener implicaciones relevantes en competitividad, atracción de inversión extranjera y expansión.
Según Christine Lagarde, para que el euro gane en relevancia internacional, Europa debe dar pasos decisivos completando el mercado único, reduciendo las cargas regulatorias y construyendo una sólida unión de los mercados de capitales.
Según el Banco de España, en un contexto de fuerte crecimiento de transacciones y precios, las condiciones en las que se otorgan las operaciones hipotecarias nuevas no muestran de momento señales de relajación en los estándares de concesión de préstamos.
Según McKinsey el capital privado europeo es la mitad que el de EE.UU. y será clave para impulsar la competitividad de la UE, fomentando la innovación, la escala empresarial y movilizando la inversión necesaria para cerrar la brecha con otras regiones.
Según el FMI los riesgos para la estabilidad financiera global han aumentado significativamente, impulsados por el endurecimiento de las condiciones financieras y una mayor incertidumbre comercial y geopolítica.