María Dolores Ramos Martínez, directora de regulación digital y de negocio de Banco Santander, y Álvaro García Porras, miembro del equipo de Public Policy de Banco Santander, resumen en este artículo las oportunidades que nos ha brindado la tecnología en el entorno financiero y explican, de forma muy didáctica, por qué de cara al futuro es necesario crear una normativa multisectorial para el tratamiento de los datos y el acceso a las infraestructuras digitales, que asegure una digitalización al servicio de los usuarios y la economía.
Según los autores de este artículo (publicado el pasado 8 de octubre en el suplemento Economía Digital del diario Expansión), la tecnología ha facilitado muchas oportunidades para consumidores y empresas. Por ejemplo, en el sector financiero los particulares pueden ir a la sucursal del banco pero también pueden operar a través del móvil, el ordenador, o recibir asistencia por videoconferencia.
Todas estas opciones son posibles gracias a la tecnología pero también a la seguridad que ofrece la regulación, “porque las normas se han adaptado para que todo esto sea posible y a la vez continúe siendo seguro”.
En este sentido los autores animan a la Comisión Europea a que continúe regulando algunos aspectos clave de la digitalización de la economía, de una forma ambiciosa y sin limitarse al sector financiero. En su opinión la regulación debe seguir avanzando para aprovechar las ventajas de tecnologías y “asegurar que los elementos que permiten la digitalización se pongan al servicio de los usuarios y la economía”.
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Según Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, para impulsar el crecimiento se necesitan tres cosas: mejorar la regulación para dinamizar la iniciativa privada, profundizar la integración regional y prepararse para aprovechar el potencial de la IA.
Según The European House–Ambrosetti, la UE tiene una oportunidad de impulsar competitividad y crecimiento a través de la simplificación normativa y supervisora, sobre todo en materia de sostenibilidad y en el sector financiero.
Según Ramón Casilda Béjar, España, en el complejo panorama geopolítico actual, tiene la oportunidad de fortalecer su rol como puente entre Iberoamérica y la UE, revitalizando inversiones en las dos direcciones.
Según el @ECB, en episodios de crisis, se recurre al efectivo como reserva de valor fiable y medio de pago resiliente, lo que resalta su papel crucial más allá de su relevancia en las transacciones diarias de pagos.
Según Juan S. Mora-Sanguinetti, en España un aumento del 10% en el volumen de regulación provoca una caída del 0,5% en el empleo de las empresas con menos de 10 trabajadores.
Según Hélène Rey: “En un mundo donde las stablecoins, en particular aquellas vinculadas al dólar, se conviertan en una herramienta de pago global importante, debemos prepararnos para consecuencias de gran alcance”.
@judith_arnal propone reformas para que la UE avance en la simplificación regulatoria, empezando por consensuar qué significa, con la competitividad como pilar, además de mecanismos de coordinación y un rediseño de la gobernanza.
Según @iee_org, España es uno de los entornos fiscales más exigentes para las empresas dentro del contexto europeo e internacional, lo que puede tener implicaciones relevantes en competitividad, atracción de inversión extranjera y expansión.
Según Christine Lagarde, para que el euro gane en relevancia internacional, Europa debe dar pasos decisivos completando el mercado único, reduciendo las cargas regulatorias y construyendo una sólida unión de los mercados de capitales.
Según el Banco de España, en un contexto de fuerte crecimiento de transacciones y precios, las condiciones en las que se otorgan las operaciones hipotecarias nuevas no muestran de momento señales de relajación en los estándares de concesión de préstamos.
Según McKinsey el capital privado europeo es la mitad que el de EE.UU. y será clave para impulsar la competitividad de la UE, fomentando la innovación, la escala empresarial y movilizando la inversión necesaria para cerrar la brecha con otras regiones.
Según el FMI los riesgos para la estabilidad financiera global han aumentado significativamente, impulsados por el endurecimiento de las condiciones financieras y una mayor incertidumbre comercial y geopolítica.