La Federación Bancaria Europea (EBF), integrada por las asociaciones bancarias nacionales europeas, publicó este documento analizando las posibles implicaciones que tendría la emisión de un euro digital en el sistema de pagos europeo, ofreciendo algunas recomendaciones para su implementación y diseño final, para que sean tenidas en cuenta en la “fase de investigación” sobre el proyecto del euro digital, que actualmente está llevando a cabo el Banco Central Europeo (BCE).
El informe destaca los siguientes aspectos:
-Coherencia con las estrategias de pagos minoristas de la Comisión Europea y el Eurosistema: aclarar la visión y la estrategia general del futuro sistema de pagos de la UE teniendo en cuenta todas las innovaciones y desarrollos en curso. Un euro digital como “materia prima” no será el factor determinante para el éxito de una solución de pagos paneuropea.
-Modelos de costes y de negocio: los modelos de negocio para los intermediarios que asuman su papel en la oferta de un euro digital deberían ser posibles. No se puede esperar que la aceptación comercial/empresarial del euro digital sea gratuita.
-La programabilidad de los pagos será clave en el panorama de pagos futuros; por lo tanto, es importante que los pagos con euros digitales sean programables.
-Uso de datos: el euro digital no debe aspirar a que los datos de las transacciones sean accesibles únicamente para el BCE, ya que los datos deberían servir para reforzar la gestión de riesgos, mejorar la ciberseguridad y la protección del consumidor y para abrir nuevas oportunidades de innovación y negocio.
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Según Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI, para impulsar el crecimiento se necesitan tres cosas: mejorar la regulación para dinamizar la iniciativa privada, profundizar la integración regional y prepararse para aprovechar el potencial de la IA.
Según The European House–Ambrosetti, la UE tiene una oportunidad de impulsar competitividad y crecimiento a través de la simplificación normativa y supervisora, sobre todo en materia de sostenibilidad y en el sector financiero.
Según Ramón Casilda Béjar, España, en el complejo panorama geopolítico actual, tiene la oportunidad de fortalecer su rol como puente entre Iberoamérica y la UE, revitalizando inversiones en las dos direcciones.
Según el @ECB, en episodios de crisis, se recurre al efectivo como reserva de valor fiable y medio de pago resiliente, lo que resalta su papel crucial más allá de su relevancia en las transacciones diarias de pagos.
Según Juan S. Mora-Sanguinetti, en España un aumento del 10% en el volumen de regulación provoca una caída del 0,5% en el empleo de las empresas con menos de 10 trabajadores.
Según Hélène Rey: “En un mundo donde las stablecoins, en particular aquellas vinculadas al dólar, se conviertan en una herramienta de pago global importante, debemos prepararnos para consecuencias de gran alcance”.
@judith_arnal propone reformas para que la UE avance en la simplificación regulatoria, empezando por consensuar qué significa, con la competitividad como pilar, además de mecanismos de coordinación y un rediseño de la gobernanza.
Según @iee_org, España es uno de los entornos fiscales más exigentes para las empresas dentro del contexto europeo e internacional, lo que puede tener implicaciones relevantes en competitividad, atracción de inversión extranjera y expansión.
Según Christine Lagarde, para que el euro gane en relevancia internacional, Europa debe dar pasos decisivos completando el mercado único, reduciendo las cargas regulatorias y construyendo una sólida unión de los mercados de capitales.
Según el Banco de España, en un contexto de fuerte crecimiento de transacciones y precios, las condiciones en las que se otorgan las operaciones hipotecarias nuevas no muestran de momento señales de relajación en los estándares de concesión de préstamos.
Según McKinsey el capital privado europeo es la mitad que el de EE.UU. y será clave para impulsar la competitividad de la UE, fomentando la innovación, la escala empresarial y movilizando la inversión necesaria para cerrar la brecha con otras regiones.
Según el FMI los riesgos para la estabilidad financiera global han aumentado significativamente, impulsados por el endurecimiento de las condiciones financieras y una mayor incertidumbre comercial y geopolítica.