Stablecoins y tokenización: explorando riesgos y oportunidades
El FMI, en un artículo de Hélène Rey, analiza cómo las stablecoins, la tokenización y las monedas digitales de bancos centrales (CBDCs) podrían redefinir el sistema monetario internacional. Su impacto dependerá de la regulación, la cooperación internacional y la innovación tecnológica, con implicaciones que van desde la reconfiguración de los flujos de capital y la hegemonía del dólar hasta la estabilidad financiera, la fragmentación monetaria, la desintermediación financiera o los riesgos de ciberseguridad.
Aspectos destacados:
- Stablecoins: Estos instrumentos digitales, emitidos por el sector privado y operativos sobre tecnología blockchain, suelen estar respaldados por monedas fiduciarias de curso legal, principalmente a través de activos líquidos como la deuda pública.
Su atractivo radica en la posibilidad de abaratar y agilizar los pagos transfronterizos y las remesas, en especial en países con sistemas financieros débiles, elevados costes de transferencia o restricciones derivadas de sanciones y controles de capital.
Sin embargo, dado que la mayoría de las stablecoins actuales están ancladas al dólar, su adopción masiva en otras economías, además de impulsar la hegemonía de esta moneda y la demanda de deuda del Tesoro estadounidense, podría generar diversos riesgos: competencia con las monedas nacionales, blanqueo de capitales, fuga de depósitos hacia stablecoins, mayor exposición de los balances bancarios a deuda pública estadounidense en detrimento de la concesión de crédito, erosión de los ingresos fiscales y, en última instancia, la privatización del señoreaje. Estos efectos podrían desestabilizar el sistema financiero internacional y concentrar riqueza, poder e información de pagos en un número muy reducido de actores privados.
- Tokenización: es el proceso de registrar derechos sobre activos —ya sean tradicionales (acciones, bonos, inmuebles) o nativos digitales— en una plataforma programable basada en tecnología blockchain, lo que permite su transferencia, fraccionamiento y negociación de forma segura y eficiente. Esta tecnología abre la posibilidad de integrar en un único sistema la mensajería, la conciliación y la transferencia de activos, además de habilitar nuevas funcionalidades como la programabilidad de los pagos. En estas infraestructuras también podrían desempeñar un papel clave las monedas digitales de bancos centrales (CBDCs). La interconexión de las CBDCs nacionales facilitaría pagos internacionales más rápidos y eficientes, reduciendo la necesidad de intermediarios. Este escenario de interoperabilidad ampliaría el acceso a monedas y activos tanto públicos como privados —incluidas las stablecoins— a escala global. Si bien el dólar partiría con ventaja en la búsqueda de una unidad de referencia común, las preocupaciones en torno a la soberanía monetaria y el control de los datos sugieren que, en la práctica, emergería una multiplicidad de plataformas interconectadas con distintas restricciones. Ello limitaría parte de los beneficios de la tokenización y subraya la necesidad de cooperación y regulación internacional para evitar la fragmentación y reducir la fragilidad financiera.
- Ciberseguridad: La materialización de los beneficios de estas innovaciones dependerá de la resiliencia de las plataformas digitales y de los activos frente a ciberataques, en particular ante los desafíos que planteará el avance de la computación cuántica. Las redes con mayor credibilidad y seguridad frente al fraude digital disfrutarán de un “privilegio de integridad”, reflejado en menores costes de financiación y una mayor confianza, lo que reforzará su atractivo y su viabilidad en el largo plazo.