La transición requiere crecimiento, acción conjunta y transformar lo marrón en verde, con el marco regulatorio como facilitador

menos del
30% crecimiento del PIB

en las últimas dos décadas

Objetivo claro
2050

economías con cero emisiones netas

menos del
30% crecimiento del PIB

en las últimas dos décadas

Objetivo claro
2050

economías con cero emisiones netas

"Necesitamos enfoques más específicos, factibles y eficientes, adecuados para el propósito"

Lara Inés de Mesa Gárate, Responsable de Sostenibilidad del Grupo Santander

La transición hacia las cero emisiones netas es un viaje, no un punto en el tiempo, y abarca tres elementos clave para tener éxito:

Primero, el crecimiento, que es crucial para permitirse las inversiones que la transición requiere, y en la que Europa no ha sobresalido recientemente, con un crecimiento del PIB de menos del 30% en las últimas dos décadas, comparado con cerca del 60% en el caso de EE. UU.

Segundo, la acción conjunta entre los sectores públicos y privados. Los bancos somos facilitadores de la transición y estamos avanzando en alinear nuestra estrategia empresarial con el objetivo cero emisiones netas. Pero el desafío requiere la acción de muchos más, incluidos gobiernos, reguladores, empresas e individuos. Los gobiernos deben definir vías de transición específicas para sectores y tecnologías clave, junto con las herramientas y los incentivos políticos necesarios para facilitar la transición.

Tercero, los esfuerzos deben dirigirse a transformar en verde lo que hoy es marrón. El desafío no es que los actores europeos dejen de financiar lo marrón, sino transformarlo de una manera que apoye a las economías, las comunidades y la transición, reconociendo que los puntos de partida son diferentes.

Estos tres puntos deben reflejarse en la regulación relacionada con el clima, de modo que impulse una agenda que fomente la transición y cree las condiciones necesarias para el crecimiento, la competitividad y la inversión. Siempre debemos evaluar si el marco regulatorio y de supervisión integral que la UE tiene y sigue desarrollando está contribuyendo con éxito a promover el crecimiento sostenible.

El papel de los bancos es centrarse en cómo apoyar mejor el viaje de transición de nuestros clientes, comprometiéndose y definiendo nuevas soluciones que aborden sus necesidades. Estamos dedicando demasiado tiempo a implementar requisitos complejos derivados de la Taxonomía, la CSRD, la SFDR y otras iniciativas. Como resultado, muchos ven la sostenibilidad como una práctica que conlleva demasiados costes y riesgos adicionales, mientras que las oportunidades aún son incipientes e inciertas. Se requiere un entorno habilitador que fomente la innovación para encontrar mejores soluciones, proporcionando a los actores confianza para explorar y decidir sobre acciones clave para apoyar la transición, motivados por las oportunidades más que por el temor a los riesgos o sanciones.

El objetivo es claro: economías con cero emisiones netas para 2050. Diferentes impulsos políticos pueden explorar nuevas formas para llegar ahí. En Europa, el nuevo ciclo político presenta una oportunidad para, primero, evaluar cómo las iniciativas adoptadas hasta la fecha están contribuyendo al objetivo de financiar la transición de la economía, y segundo, simplificar ciertos enfoques que resultan demasiado complejos para ser implementados por las empresas, mientras proporcionan pocos beneficios. La Taxonomía de la UE, además de criterios rigurosos de contribución significativa, incluye el “principio de no causar un daño significativo y salvaguardas sociales mínimas” incluso para operaciones minoristas. Los criterios de la taxonomía deben integrarse en las actividades y la información debe estar disponible y fluir entre los agentes del mercado. Los bancos no pueden invertir en recopilar información de diferentes fuentes de las que ni siquiera el deudor es consciente. Por lo tanto, se debe buscar simplificar el enfoque de la taxonomía manteniendo el mismo nivel de ambición (objetivo basado en la ciencia de 1.5º).

Además, Europa tiene la oportunidad de buscar una mayor coordinación con otras jurisdicciones para avanzar en la tarea por delante. Se ha logrado un avance bienvenido entre los estándares de información (el ISSB y el EFRAG), pero aún existen diferencias que dificultan la información a las empresas que operan a nivel internacional. A medida que ambos organismos de normalización continúan con sus mandatos, es esencial que se alcance la máxima interoperabilidad entre ellos. También se necesitan esfuerzos de simplificación, incluida la revisión del número de plantillas y la información detallada que las empresas deben informar.

El camino a seguir no es ralentizar los esfuerzos de transición. Necesitamos hacer más, siguiendo la premisa de que una transición ordenada y justa depende de una acción concertada, apoyando la transición y el crecimiento y un marco regulatorio que sea un facilitador, no una trampa.

Necesitamos enfoques más específicos, factibles y eficientes, adecuados para el propósito. La tentación en la sostenibilidad es a menudo aspirar a la perfección, pero la magnitud y la escasez de tiempo para tener éxito requieren enfoques pragmáticos y el esfuerzo conjunto de todos los agentes hacia el objetivo final: impulsar la transición, sin distracciones indebidas.