El acuerdo comercial UE-Mercosur, próximo a su ratificación total tras más de dos décadas de negociaciones, está a punto de transformar el panorama comercial y de inversión de la región.
El acuerdo se cerró legalmente en diciembre de 2024 y pone fin a las negociaciones iniciadas en 1999. Se trata de uno de los acuerdos comerciales más ambiciosos jamás suscritos por cualquiera de los dos bloques, con un mercado de unos 780 millones de personas y cerca de una cuarta parte del PIB mundial.
Esto consolida la posición de la UE como segundo socio comercial más importante de Mercosur, después de China. Para los países de Mercosur, Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay, representa el primer acuerdo comercial exterior al bloque y un paso hacia la integración tanto regional como mundial.
Potencial de comercio e inversión
El comercio actual entre la UE y Mercosur en bienes y servicios supera los 135.000 millones de dólares anuales, y se espera que el acuerdo desbloquee un potencial adicional relevante mediante la eliminación de aranceles. La UE es ya la mayor fuente de inversión extranjera directa de Mercosur, que asciende a casi 400.000 millones de dólares.
Para las empresas europeas, el acuerdo proporciona un entorno operativo más predecible y transparente en toda Latinoamérica. Para las economías de Mercosur, mejora el acceso a uno de los mercados más grandes del mundo y apoya la diversificación más allá de las materias primas.
Acceso al mercado y convergencia regulatoria
Los dos pilares principales del acuerdo —el acceso al mercado y la cooperación regulatoria— abarcan bienes, servicios y contratación pública. En cuanto a las mercancías, los aranceles se eliminarán progresivamente en un plazo de cinco a diez años, lo que mejorará la seguridad alimentaria, energética y de minerales críticos.
Para Mercosur, los beneficios se concentran en la agricultura y la industria ligera. La UE reducirá o eliminará los aranceles sobre la mayoría de las exportaciones agrícolas, incluidas la carne, el azúcar y el etanol, mientras que el calzado y los textiles también se beneficiarán.
Para la UE, la eliminación de aranceles en sectores estratégicos como el automovilístico, la maquinaria y los productos químicos creará nuevas oportunidades para las exportaciones industriales y la integración de la cadena de suministro.
En el ámbito de los servicios, el acuerdo flexibiliza las restricciones en áreas como los servicios empresariales, las finanzas, las telecomunicaciones y el transporte. También abre los mercados de contratación pública, permitiendo que empresas de ambas regiones compitan en igualdad de condiciones por proyectos de infraestructura y del sector público.
La cooperación regulatoria no impondrá nuevas normas, sino que promoverá la armonización y el reconocimiento mutuo. Los exportadores de Mercosur se alinearán más estrechamente con las normas de la UE, elevando los niveles de calidad, seguridad y sostenibilidad.
Los compromisos vinculantes en materia laboral, medioambiental y social —incluida la adhesión al Acuerdo de París sobre el cambio climático y a objetivos específicos en materia de deforestación— refuerzan la dimensión de desarrollo sostenible del acuerdo.
Sin embargo, la ratificación implica múltiples pasos: el elemento comercial requiere la aprobación del Parlamento Europeo y del Consejo de la UE, mientras que los capítulos políticos y de cooperación deben ser respaldados por los 27 estados miembros.
Aunque cada país de Mercosur debe ratificar el acuerdo, este permite su implantación provisional por parte de miembros individuales.
Integración regional e impacto global
Una vez ratificado en su totalidad, el acuerdo UE-Mercosur ampliará la red comercial de la UE hasta cubrir el 97 % del PIB de Latinoamérica. Esto representa el doble del nivel de penetración de mercado del que disfruta Estados Unidos, mientras que China solo tiene acceso al 14 % del mercado.
Más allá de los beneficios bilaterales, el acuerdo podría servir como catalizador para la propia integración de Latinoamérica. Las normas de origen compartidas, los procedimientos aduaneros simplificados y los estándares comunes podrían, con el tiempo, unir un mercado transatlántico de 1100 millones de personas con un PIB combinado comparable al de Estados Unidos.
Las estimaciones del Real Instituto Elcano y del Banco de España sugieren que el comercio UE-Latinoamérica podría crecer hasta un 70 %, mientras que el comercio intralatinoamericano podría aumentar hasta un 40 %.
Implicaciones para Brasil
La UE es el segundo socio comercial más importante de Brasil y las empresas europeas representan casi la mitad de la inversión extranjera total en el país. Las exportaciones brasileñas a la UE en 2024 estuvieron lideradas por petróleo y derivados, café y cacao, minerales metálicos y piensos, mientras que las importaciones se centraron en maquinaria, productos farmacéuticos y vehículos.
Según el Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA) de Brasil, el acuerdo podría elevar el PIB de Brasil en aproximadamente 0,5 puntos porcentuales y la inversión en 1,5 puntos porcentuales anuales.
Las empresas agroindustriales, en particular las de carne de vacuno, aves de corral, porcino, azúcar y etanol, son las que más se beneficiarán del acceso preferencial a la UE, mientras que la reducción de los aranceles sobre los insumos industriales fortalecerá la competitividad en sectores como el calzado, el papel y la industria aeroespacial.
Las cláusulas medioambientales fueron decisivas para cerrar el acuerdo. Las disposiciones sobre sostenibilidad y un nuevo capítulo en cuanto a los minerales críticos se alinean con los objetivos de transición verde de la UE, lo que deja a Brasil en una buena posición para ampliar las exportaciones de energía renovable, biocombustibles e hidrógeno verde.
México y Chile: marcos modernizados
Paralelamente al acuerdo con Mercosur, la Unión Europea ha actualizado sus marcos comerciales con México y Chile, ambos pioneros de la integración UE-Latinoamérica.
El acuerdo de México con la UE del año 2000, el primero con un socio fuera de América, se ha ampliado para eliminar barreras en áreas clave como el acceso a las finanzas, las telecomunicaciones y la energía.
La UE es el segundo mayor inversor en México después de Estados Unidos y el tercer mayor socio de importación, y el acuerdo actualizado tiene como objetivo diversificar aún más la base exportadora de México, alejándola de su fuerte dependencia de Estados Unidos.
El acuerdo de asociación con Chile, firmado originalmente en 2002, también ha sido adaptado. El marco modernizado amplía la cobertura libre de aranceles a prácticamente todos los productos y añade capítulos sobre género, pymes, comercio digital y energías limpias. También refuerza la cooperación en materia de minerales críticos como el litio y el cobre, que son vitales para el desarrollo de tecnologías verdes.
Una convergencia estratégica
En conjunto, estos acuerdos reflejan una nueva fase en las relaciones entre Europa y Latinoamérica. Para las empresas y los inversores, ofrecen no solo un mayor acceso al mercado, sino también una mayor seguridad jurídica, una armonización normativa y un potencial de asociación a largo plazo.
El acuerdo con Mercosur también refuerza el papel más amplio de Latinoamérica como socio fiable para Europa en un momento de cambio en las cadenas de valor mundiales.