La fabricación de automóviles es uno de los pilares estratégicos de la economía europea, una potencia exportadora que ha generado prosperidad y empleos bien remunerados durante décadas. Ahora, con la caída de las ventas y el estancamiento del tan anunciado cambio a los vehículos eléctricos, las compañías automovilísticas se enfrentan a decisiones difíciles para afrontar el futuro.

Según la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles, la industria automovilística europea produjo alrededor del 16 % de los automóviles del mundo en 2024 y generó un superávit comercial equivalente a casi el 1 % del PIB de Europa.

Da empleo directo o indirecto a 13 millones de personas, y su fuerte inversión en investigación e innovación genera efectos positivos adicionales para la economía europea en general en sectores relacionados como componentes, distribución, transporte y servicios financieros y de seguros.

Sin embargo, la demanda ha estado en declive desde 2019. La venta de 5,6 millones de vehículos entre enero y junio de 2025 representa una caída interanual del 1,9 %. Francia registró el mayor descenso, seguida de Alemania e Italia, aunque España y el Reino Unido —el mayor mercado fuera de la UE— sí crecieron.

La lenta evolución del PIB en toda Europa ha afectado al gasto de los consumidores, al tiempo que los cuellos de botella en la cadena de suministro y el aumento del coste de los materiales y la tecnología han provocado un alza en los precios.

Al mismo tiempo, los nuevos aranceles estadounidenses a las importaciones de automóviles procedentes de la Unión Europea han provocado incertidumbre entre los fabricantes europeos, ya que Estados Unidos sigue siendo un mercado de exportación clave.

Por si esto fuera poco, el compromiso de la UE de lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050 implica que los fabricantes también deben aceptar el fin potencial de los vehículos de combustión e híbridos y un cambio total a los vehículos eléctricos.  

Se han invertido miles de millones de euros en tecnología e infraestructura, pero la implantación de los coches eléctricos es más lenta de lo previsto.

En la primera mitad de 2025, la cuota de mercado de los vehículos eléctricos (VE), es decir, alimentados por batería eléctrica creció hasta el 15,6 % desde el 12,5 % del año anterior. Para cumplir los objetivos de cero emisiones netas, las ventas de vehículos eléctricos deben acelerarse significativamente. Por ejemplo, en España, los vehículos eléctricos de batería deberían representar el 25 % de todas las nuevas matriculaciones, pero un estudio de Shell en junio de 2025 mostró que los vehículos eléctricos eran hasta un 30 % más caros que los modelos comparables de gasolina y diésel.

La industria automovilística europea debe producir vehículos eléctricos que sean a la vez conformes a la normativa y competitivos, pero se enfrenta a rivales chinos muy decididos con vehículos eléctricos asequibles, de alta calidad y bien diseñados, factores que ayudaron a China a superar a Japón en 2023 como el primer exportador de vehículos del mundo.

Una investigación realizada por la Comisión Europea en 2024 concluyó que toda la cadena de valor de los vehículos eléctricos de China, incluyendo la investigación y el desarrollo, está respaldada por subvenciones estatales, una práctica que está fuertemente restringida en Europa. Esto dio lugar a aranceles provisionales de hasta el 37,6 % sobre las importaciones chinas de vehículos eléctricos, además del arancel existente del 10 %.

El impacto fue inmediato: la Asociación China de Fabricantes de Automóviles afirmó que las ventas de vehículos eléctricos chinos en Europa cayeron un 10,4 % en 2024, en contraste con un crecimiento del 81 % en 2023. En el primer semestre de 2025, las importaciones chinas de vehículos eléctricos a la UE cayeron casi un 16 %.

Sin embargo, la respuesta de Pekín fue dura: su Ministerio de Comercio instó a las empresas a suspender las principales inversiones en Europa y restringió las exportaciones de materias primas necesarias para la producción de baterías, pues China controla aproximadamente el 70 % del suministro mundial de materias primas esenciales para las baterías.

La UE está aplicando varias estrategias y un plan de acción industrial para impulsar la competitividad de su sector automovilístico. Se han identificado más de 3500 millones de euros para ayudas específicas, mientras que los objetivos para reducir las emisiones se han flexibilizado.

Existen planes para acelerar el despliegue de la infraestructura de carga de los vehículos eléctricos, apoyar la fabricación europea de semiconductores —fundamental para los vehículos avanzados— y ayudar a asegurar materiales estratégicos para baterías reduciendo la dependencia de países extracomunitarios.

El plan aún no ha producido resultados sustanciales en términos de producción ni en la recuperación de la cuota de mercado global, pero todavía está en sus inicios. El tiempo juega en contra, pero no hacer nada no es una opción.