Ana Botín 

La educación financiera no es un tema técnico ni accesorio: es una herramienta esencial de progreso. En toda sociedad, el conocimiento es lo que permite a las personas tomar decisiones informadas, anticipar riesgos y aprovechar oportunidades. Comprender cómo funciona el dinero (cómo se crea, se utiliza y se transforma) es, en última instancia, comprender una parte esencial de nuestra vida económica y social.

El economista John Maynard Keynes escribió que “la dificultad no está tanto en desarrollar nuevas ideas como en escapar de las viejas”. Algo parecido ocurre con las finanzas: el mundo ha cambiado profundamente, pero nuestras capacidades para entenderlo no siempre lo han hecho al mismo ritmo. Esa brecha entre la complejidad del sistema financiero y la preparación de los ciudadanos sigue siendo uno de los retos más importantes de nuestro tiempo.

Este informe ofrece una mirada rigurosa a esa realidad. Analiza los niveles de conocimiento y confianza financiera en diez países y muestra con claridad que el acceso a la educación financiera sigue siendo limitado, a pesar del interés creciente por aprender. Sus conclusiones confirman lo que intuíamos: que el bienestar financiero de las personas está íntimamente ligado a su capacidad de comprender, planificar y decidir con criterio. También revelan que la educación financiera es una responsabilidad compartida. Gobiernos, escuelas, familias, empresas y bancos debemos colaborar para que el conocimiento llegue a todos, desde la infancia hasta la edad adulta.

Para Santander, promover la educación financiera no es una iniciativa puntual, sino una responsabilidad permanente. Como banco, acompañamos a millones de personas y empresas en sus decisiones diarias. 

Por eso creemos que nuestro compromiso no puede limitarse a ofrecer productos y servicios, sino que debe incluir también las herramientas que les permitan entenderlos. Durante más de tres décadas, hemos apoyado la educación en todas sus formas, destinando más de 2.400 millones de euros a proyectos educativos en todo el mundo. Sólo en 2024, más de 4 millones de personas en todo el mundo accedieron a nuestras iniciativas y contenidos de educación financiera. Este esfuerzo nace de una convicción: que el progreso económico solo es sostenible cuando se apoya en una base sólida de conocimiento y confianza.

Estoy convencida de que una sociedad más informada es también una sociedad más libre y más próspera. Porque el conocimiento, cuando se comparte, multiplica su valor. Y si ese conocimiento ayuda a que más personas comprendan, gestionen y mejoren su bienestar financiero, estaremos contribuyendo a un objetivo que va más allá de la banca: el progreso sostenible de todos.