Este año hemos examinado algunos de los ingredientes clave para garantizar que nuestra economía pueda seguir creciendo - y de manera más rápida - incluso a pesar de la disrupción. Primero analizamos algunas de las repercusiones inmediatas y a más corto plazo sobre el crecimiento, entre ellas, los nuevos ciclos políticos que comienzan en 2024 en EE. UU., Europa y Sudamérica; los interrogantes sobre un cambio estructural en los niveles de los tipos de interés mundiales; y los conflictos y tensiones geopolíticas en todo el mundo, en Europa, Oriente Medio y Asia.
Además, pudimos reflexionar sobre las dinámicas a más largo plazo que están cambiando el mundo: el impacto de la IA, del blockchain y de otras tecnologías que están transformado nuestras vidas; los cambios fundamentales en la demografía y la inmigración; la seguridad energética y la transición verde; y otros retos al orden económico internacional. Para ello, descubrimos el papel que deben desempeñar la banca y los servicios financieros (de manera reactiva y proactiva) para seguir apoyando el crecimiento en todo el mundo.