Comprar una camiseta, pagar en un restaurante, guardar las entradas para un concierto… Las clásicas billeteras han dejado paso a los monederos electrónicos, agilizando miles de transacciones desde nuestros dispositivos inteligentes. Además de para guardar nuestras tarjetas, existen otras wallets creadas para el mundo de las criptomonedas

Cuando hablamos de los monederos electrónicos, más conocidos como wallets -su denominación en inglés-, inmediatamente pensamos en las aplicaciones de nuestros dispositivos inteligentes, como teléfonos móviles o relojes, que nos permiten efectuar los pagos en comercios, tanto físicos como virtuales, y adquirir productos y servicios sin necesidad de llevar dinero en efectivo. Entre las más populares, se encuentran Google Pay, Apple Pay o Samsung Pay.

A través de esta billetera digital, podemos almacenar los datos de nuestras tarjetas bancarias y abonar los importes en los establecimientos, gracias a la tecnología que establece un puente entre la información de pago de nuestra cuenta bancaria y el proveedor encargado de gestionar la transacción. 

Para confirmar la compra, deberemos verificar la operación a través del método de seguridad que tengamos asignado para ello: contraseña numérica o alfanumérica, huella dactilar, reconocimiento facial, etc. Además, podremos llevar el seguimiento de los gastos realizados con esa tarjeta, de la misma forma que en nuestra app de banca online.

Sin embargo, el pago no es la única funcionalidad de las wallets. Para sacarles el máximo partido, muchas de ellas ofrecen otros servicios como guardar cupones descuento y tarjetas por puntos; o, si por ejemplo vamos de viaje o a un concierto, podemos archivar nuestros  pasajes o las entradas. En este caso, una vez efectuemos la compra, podremos seleccionar la opción de guardar los billetes en nuestra wallet. También es posible archivarlos desde el correo electrónico que recibiremos con la confirmación de la compra.  

Wallets de criptoactivos 

Como mencionábamos al comienzo, cuando hablamos de wallets también nos podemos referir a aquellos monederos digitales que se usan para gestionar criptomonedas como el Bitcoin, ya que permiten almacenar sus claves criptográficas y realizar firmas digitales con ellas. Habitualmente, el registro contable de las criptomonedas se realiza de manera distribuida usando la tecnología blockchain. En estos registros se asocia la posesión de criptomonedas a la propiedad de esas claves criptográficas. En consecuencia, quien tiene estas contraseñas, tiene los criptoactivos.

En este sentido, debemos conocer los dos tipos de clave que almacenan los monederos electrónicos o wallets. Por un lado, tendríamos las claves privadas: un código que debe permanecer en la más estricta confidencialidad del propietario, ya que será el acceso a sus criptomonedas. Los usuarios deberán ser muy cautos y evitar el olvido o el extravío, ya que esto puede suponer la pérdida total de los fondos. 

Por otro lado, estarían las claves públicas: una sucesión numérica que puede ser compartida sin que esto suponga un riesgo para el capital. A pesar de su relación, no debemos confundir este código con la dirección del monedero electrónico, ya que esta última es la versión reducida de la clave pública: una combinación de letras y números que permiten identificar la dirección como si se tratara del IBAN de nuestra cuenta bancaria que proporcionamos a una empresa para domiciliar un recibo, por ejemplo. A esta combinación, equivalente al número de cuenta bancaria, se le denomina dirección de cuenta.

Así pues, estas claves criptográficas se almacenan y gestionan, como hemos mencionado, en las billeteras de criptoactivos, unas aplicaciones o dispositivos que pueden ser: 

  • Carteras calientes (hot wallets, en inglés): esta clasificación de monederos tiene la particularidad de que están conectados a Internet, posibilitando el acceso inmediato a los fondos que hay en ellos desde ordenadores o teléfonos inteligentes, así como en extensiones de los navegadores web que tengamos instalados en estos.
    Su uso está protegido mediante contraseña, la cual si se pierde o se olvida imposibilitará el acceso a los fondos. 
  • Carteras frías (cold wallets, en inglés): se llaman así porque carecen de una conexión a Internet y, por ende, a la tecnología blockchain. Esto supone la ventaja de que no pueden ser atacados por hackeo remoto, a diferencia de los hot wallets, pero también el inconveniente de perder todo el capital si se extravía alguno de los dos tipos de monederos en los que se puede presentar esta clasificación. Estos son: los monederos hardware, que comúnmente son dispositivos USB, y los monederos de papel, en los que tanto la dirección del monedero como la clave están escritos en un documento físico. 

En conclusión, independientemente del tipo de wallet resulta fundamental realizar una gestión responsable, segura y con conocimiento de ellos, siendo altamente recomendable disponer de sistemas de backup o contingencia para minimizar los riesgos en nuestra salud financiera

¿Quieres conocer los cambios más disruptivos que se vislumbran en los pagos móviles de los bancos del futuro? Descúbrelos leyendo este artículo de Finanzas para Mortales

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