Hay veces que uno o varios países necesitan que su moneda pierda valor y recurren a diferentes estrategias para conseguirlo. Esto forma parte de su política monetaria y, en algunos casos, puede influir directamente en tus finanzas personales. Te contamos por qué y cómo lo hacen, y cuáles son las consecuencias de este fenómeno conocido como devaluación.

En el pasado, el dinero era, principalmente, monedas hechas de oro, plata o bronce y su valor era el mismo del metal que las formaba. Con el tiempo, cuando empezaron a escasear estos materiales preciosos, fue necesaria la elaboración de billetes de papel y monedas de elementos menos costosos, como el cobre, aluminio o estaño, entre otros. Desde ese momento, el valor del dinero dejó de estar contenido dentro de sí mismo -pues ya no tenía metales preciosos- y se convirtió en un valor representativo de la riqueza que posee el país que emite dicho dinero. Es decir, si tenemos un euro, dólar o peso, lo que realmente tenemos es un soporte físico que acredita que somos dueños de esa parte de la riqueza guardada en cada banco central.

Ahora bien, dicha riqueza puede verse afectada por los comportamientos y variaciones de la economía, por lo que los países toman medidas para contrarrestar esos efectos y una de ellas está relacionada con la cotización del dinero. Esta medida se denomina devaluación y consiste en la pérdida o disminución del valor de una divisa en comparación con otra.

No debemos caer en el error de confundirla con la depreciación. Aunque ambos términos sirven para explicar la caída en el valor de una moneda respecto a otra, se diferencian en que la devaluación se da como resultado de la intervención de una autoridad monetaria para buscar que su divisa se devalúe como parte de una política monetaria, mientras que la depreciación ocurre por sí sola y como consecuencia de la libre oferta y demanda del mercado cambiario. 

Causas y tipos de devaluación

Como ya hemos explicado antes, si hablamos de devaluación es porque se ha tomado la decisión de que una moneda pierda valor, por lo que ahora vamos a conocer los tipos de devaluación más habituales y también cuáles son los contextos económicos que llevan, justamente, a las autoridades a ponerlas en marcha.

  • Devaluación externa. Cuando un país tiene costes de producción altos, el resultado para su economía es que los bienes y servicios que ofrece en el exterior no son competitivos, pues su precio es mayor al de la competencia. Devaluar su moneda le permite mejorar las exportaciones porque, al compararla con otra divisa, sus productos costarían menos en el mercado internacional. Este tipo de devaluación es un mecanismo frecuente para la reactivación económica, pero, por norma general, solo es posible en países que emitan su propia moneda y no en aquellos que compartan divisa, como es el caso de la eurozona.

  • Devaluación interna. Esta opción se utiliza en varios casos y uno de ellos es, justamente, cuando un país forma parte de una zona con divisa común, como la eurozona que mencionábamos previamente. Al no poder devaluar su moneda para aumentar la competitividad, opta por reducir directamente los costes de producción, bajando, por ejemplo, los impuestos, salarios o el precio de los servicios públicos, entre otros. Aunque entre los economistas hay opiniones diversas sobre la utilización de este método, el resultado final que persigue es, en la práctica, el mismo que el de la devaluación externa: que producir sus bienes y servicios sea más barato para aumentar las exportaciones.

  • Devaluación competitiva. Este tipo de devaluación se presenta cuando hay dos o más países que compiten por mejorar su posición en los mercados internacionales. Cada uno intenta devaluar su moneda para ser más competitivo -principalmente en las exportaciones e inversión extranjera-, por lo que este escenario se conoce como ‘guerra de divisas’. Esta medida se caracteriza, generalmente, por ofrecer resultados temporales en la economía y dejar de ser efectiva cuando los demás países también responden con más devaluaciones.

  • Devaluación fiscal. Como su propio nombre indica, este tipo de devaluación va dirigida a aliviar la carga impositiva, específicamente en impuestos asociados a la productividad. Su objetivo es lograr que la industria local sea más competitiva frente a la extranjera, pero sin disminuir directamente el valor de su divisa. Para que esta medida funcione -y haga más atractivas las exportaciones- es necesario alterar al mismo tiempo un impuesto directo y uno indirecto. Por ejemplo, si se disminuye el coste fiscal que deben pagar las empresas por tener empleados, les costará menos producir, mientras que para compensar esa baja en la recaudación del país se puede aumentar el cobro del impuesto sobre el valor añadido (IVA), que no se paga en las exportaciones sino en el consumo interno.

Por último, cabe resaltar que existen otras múltiples formas de propiciar la devaluación, como la emisión intencionada de dinero que genera que, al tener más billetes y monedas en circulación, su valor disminuya al no haber riqueza suficiente que respalde esa emisión. Esta práctica en concreto tiene riesgos muy altos para la economía que la pone en marcha, pues conlleva efectos inflacionarios y puede desencadenar una gran presión para que se aumenten drásticamente los salarios y los tipos de interés, que la deuda externa del país se encarezca y, en general, que haya incertidumbre sobre la estabilidad financiera de la nación en cuestión. 

¿Cómo me afecta la devaluación?

Afirmar que la devaluación afecta positiva o negativamente a todos los ciudadanos por igual no es posible o, por lo menos, no en términos absolutos, pues, como ya hemos visto, se trata de una medida que depende del escenario económico de cada país y de los objetivos concretos que quiera alcanzar.

En general, cuando una divisa pierde valor, el poder adquisitivo de los ciudadanos también se reduce porque necesitan más dinero para comprar los mismos productos, principalmente los importados, aunque, si esta situación influye en el incremento generalizado de los precios, entonces estamos hablando de que también causa inflación.

Adicionalmente, se puede notar el efecto de la devaluación en los viajes a otro país que tiene una divisa más fuerte, pues se necesita más cantidad de dinero local para igualar al del destino. Dependiendo del tipo de devaluación elegida, también es posible que el salario pierda valor, así como los ahorros depositados en la divisa devaluada, siendo, sin duda, un efecto negativo.

Pero, por otro lado, si se trata de un país en el que el turismo es un pilar principal de la economía, el tipo de cambio atrae a los visitantes. Algo similar ocurre con las remesas, que adquieren mayor valor y se traducen en más dinero que llega desde otros países con una moneda más fuerte. Además, para aquellas personas que se dedican a producir y vender en el exterior o que reciben ingresos en otra moneda, la devaluación puede hacer que, en el momento de hacer la conversión a la divisa local, reciban más ingresos debido a que el tipo de cambio les favorece.

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