Última actualización: 12/04/2022

Vas al supermercado y compras aquellos productos que nunca faltan en tu hogar. Sin embargo, a las dos semanas al hacer lo mismo, ves que el importe de la compra ha subido ligeramente. ¿A qué se debe? A continuación, te contamos cómo la inflación está detrás de esta situación. 

La economía está en continuo movimiento desde que la civilización inició sus primeros trueques. Desde entonces y hasta nuestros días, constantemente surgen nuevos productos y servicios, cuyos precios van variando de un periodo a otro. Estos bienes se pueden adquirir gracias a las monedas oficiales de las distintas naciones o entidades supranacionales, por ejemplo, el euro en la Unión Europea. 

En este sentido, todos los países tienen distintos parámetros con los que analizar la evolución de su economía y los fenómenos que ocurren en ella. Uno de los más habituales es la inflación, es decir, el incremento generalizado de precios que origina una disminución del poder adquisitivo de las personas mermando su capacidad de compra y ahorro. 

Para medirla, cada país dispone de métricas específicas. Por ejemplo, en España se calcula a través del Índice de Precios al Consumo (IPC), donde se refleja la evolución de los precios de los productos y servicios más representativos consumidos en las unidades familiares del país. Aquí tendríamos aquellos que gastamos a diario, por ejemplo, los alimentos; los que tienen un consumo prolongado, como un electrodoméstico o la ropa; y aquellos servicios a los que recurrimos en diferentes situaciones como es el caso de un seguro de hogar. También está el Índice de Precios al Consumo Armonizado (IPCA), que permitirá realizar una comparativa con el resto de países de la Unión Europea, al ser una metodología homogeneizada mediante los criterios del Banco Central Europeo.

Si este índice sube de forma persistente, los ciudadanos ahorrarán menos y también podrán adquirir menos bienes y servicios por el mismo dinero, lo que conlleva que la moneda tenga una pérdida de valor y se cree incertidumbre en torno a ella: estamos ante un aumento de la inflación. 

Reduflación: un método común en tiempos de inflación

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La reduflación es un término que nace de combinar ‘reducción’ e ‘inflación’ y que se utiliza para explicar la práctica de algunos fabricantes que optan por disminuir el contenido de sus productos para compensar el aumento que tienen en los costes de producción derivados de la inflación. 

Alimentación e higiene personal son dos de los sectores en los que es más habitual encontrarnos con este tipo de casos. Un ejemplo podrían ser los productos envasados, que conservan el mismo envase, pero con menor cantidad en su interior. Como norma general, la reduflación no es considerada una práctica ilegal, pero puede ser percibida como engañosa por parte de los consumidores si no existe la información oportuna de los fabricantes.

¿Qué causa exactamente la inflación?

Entre los orígenes de las variaciones de los precios, podemos encontrar algunas de las causas más frecuentes que intervienen en el efecto de la inflación. La más destacada es el desequilibrio que se produce entre la oferta y la demanda, debido a que hay muchos consumidores que reclaman bienes escasos. No obstante, hay que concederle la misma importancia a la situación contraria: el exceso de oferta es igualmente negativo para un país, ya que no hay demanda que lo asuma y se produce el efecto contrario a la inflación, es decir, la inflación negativa o deflación.

También puede deberse al aumento de los costes que tienen las empresas –por ejemplo, por el aumento de precios como el de la electricidad o de los servicios de logística- y que repercute en la cuantía a la que ofrecerán a posteriori sus servicios; o por el incremento del dinero en circulación que hay en un país. Sin embargo, este último caso debe ser controlado ya que podría producirse un desequilibrio en el sistema si, a pesar de que haya dinero en el mercado, no se acentúa la demanda. 

Una vez vistas las causas que motivan el fenómeno de la inflación, debemos conocer los  grados en los que esta se puede presentar: 

  • Inflación moderada: se trata de un ligero incremento de los precios, que no supera el 10% anual. 
  • Inflación galopante: tiene un efecto muy negativo en la economía de un país, ya que la inflación aumenta en dos o tres dígitos de forma interanual. Al bajar el valor del dinero, las personas centran su consumo fundamentalmente en productos de primera necesidad. 
  • Hiperinflación: este último supuesto señala que una nación está sumergida en una grave crisis económica. Según Steve Hanke, profesor en la Universidad Johns Hopkins, en una entrevista concedida a la BBC: “Por convención, la profesión económica acepta que existe hiperinflación cuando la tasa de inflación supera el 50% mensual”. En consecuencia, el valor de la moneda se desploma.

Cuando el aumento significativo de la inflación está acompañado por un estancamiento económico tiene lugar la estanflación: un concepto cuya definición se acuñó con la crisis del petróleo en los años 70 con el efecto devastador que tuvo el incremento de la inflación acompañado por un bajo crecimiento en la economía de varios países. 

¿Por qué la inflación afecta a la economía de un país?

Aunque la inflación es un término que popularmente está asociado con efectos negativos, algunos países la usan para equilibrar su economía, estimulando la actividad y el consumo. Sin embargo, su gestión debe ser moderada y puntual porque, de lo contrario, podría tener consecuencias graves tanto para la salud financiera de los consumidores como para los estados.

Alguna de las más destacadas, como hemos mencionado, son la devaluación de la moneda, la disminución de poder adquisitivo y la capacidad de ahorro de los hogares y la incertidumbre económica.  

¿Quieres conocer cómo actúa la política monetaria para controlar la inflación o deflación? Descúbrelo en este artículo de Finanzas para Mortales

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