El ahorro es el corazón de las finanzas personales: si logramos ahorrar, conservaremos una buena salud financiera. Pero no es una tarea fácil: hay una serie de factores que nos dificultan este objetivo. ¿Cuáles son y cómo podemos afrontarlos?

Una historia familiar

David ha recibido este mes su primer sueldo. Tiene 24 años, terminó la universidad hace tan solo cuatro meses y ya ha empezado a trabajar. Recibir una nómina le ha dado una gran alegría al tiempo que le ha abrumado: “¿qué hago con todo este dinero?”, se ha preguntado una y otra vez. Tras pensar en varias opciones, primero se ha ido de compras a tiendas de ropa, luego ha pasado por la tienda de electrónica que se encuentra debajo de su casa para adquirir la nueva videoconsola que salió al mercado la semana pasada y por último, ha comenzado a organizar un viaje con sus amigos para celebrar el inicio de su vida laboral.

¿Y dónde queda el ahorro? David no ha contemplado la posibilidad de ahorrar porque una serie de enemigos se han interpuesto en su camino: la falta de organización y de previsión están impidiendo que este joven comience a ahorrar de cara al futuro para mantener una buena situación económica.

Este es uno de los principales enemigos del ahorro, pero hay más. A continuación vamos a profundizar en tres factores que actúan de freno a la hora de poder guardar dinero todos los meses. 

1. La desorganización

La desorganización de nuestras finanzas y contabilidad personales nos impide ser conscientes en todo momento de cuánto dinero gastamos y, sobre todo, a qué tipo de gastos lo destinamos: ¿son necesarios?, ¿qué nos aportan?, ¿puedo prescindir de ellos? Para poder hacernos estas preguntas, debemos conocer nuestro comportamiento financiero, y para eso, hay que hacer un registro detallado de todos ellos. 

Como impulso para poner en práctica esta organización, necesitamos motivación: debemos tener claras las razones por las que ahorramos y trazar un plan realista, es decir, fijar una cantidad que sea viable ahorrar. La fuerza de voluntad y la disciplina también son grandes aliadas para este fin.

La tentación también es una enemiga del ahorro. En este sentido, es importante llevar a cabo un análisis personal en profundidad para discernir qué gastos son necesarios y cuáles no.  

También hay que evitar el sesgo de optimismo, es decir, no llevar a cabo previsiones que son poco realistas en cuestión de objetivos y tiempo. Esto solo llevará a la frustración. 

¿Y cómo podemos mejorar nuestra organización financiera? Elaborar un presupuesto mensual, en el que incluyamos todos los ingresos y gastos, nos va a ayudar a mejorar esta organización. Ser conscientes de los pequeños gastos a corto plazo es clave para cumplir con nuestra meta de ahorro. Para ello, podemos crear un Excel, por ejemplo,  en el que apuntar todos los pequeños gastos que tenemos. De esta manera, llevamos una contabilidad casera de todos nuestros gastos.

2. La inflación

La inflación puede jugar una mala pasada a nuestros ahorros y reducir su valor. ¿Por qué? Porque la inflación supone un aumento de los precios de los bienes y servicios que consumimos. Por ello, cuando no disponemos de ahorros y queremos empezar a tenerlos, nos dificulta que lo consigamos; ya que, con el mismo sueldo, nos costará más acceder a dichos bienes y servicios. Por lo tanto, no podremos guardar el mismo dinero en la cuenta del banco a final de mes.

Si deseas aprender más sobre este concepto, puedes acceder a este contenido de Openbank.

3. Imprevistos y gastos hormiga

A la hora de desarrollar un plan de finanzas personales, es importante dejar un apartado específico para posibles imprevistos. De lo contrario, tendremos que recurrir a nuestra partida de ahorro y, al invertirlo en gastos imprevistos, perderemos o reduciremos esta capacidad tan importante para nuestra salud financiera

Por otro lado, encontramos los gastos hormiga: se trata de aquellos pequeños gastos que hacemos de forma diaria y casi sin darnos cuenta. Pueden llegar a ser invisibles. ¿Recuerdas el dinero que gastas en el café de un bar cada día? ¿Las veces que has viajado en taxi en lugar de en autobús? ¿Aquellos días que has decidido pedir comida a domicilio en lugar de cocinar en casa? Aunque este tipo de gastos suelen hacer una gran ilusión y no hay razón para eliminarlos por completo, sí podría ser útil establecer un límite en nuestro plan de gestión personal para poder determinar una cifra y tenerla en cuenta a la hora llegar a una cantidad de dinero ahorrado en concreto. Si deseas aprender más sobre este concepto, puedes acceder a este contenido de Finanzas para Mortales

Para saber más consejos que te permitan lograr una salud financiera adecuada, puedes visitar este contenido de Openbank. Y si quieres conocer más sobre cómo gestionar las finanzas a una edad temprana, puedes informarte en este post de Santander Consumer Finance.

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