¿La posición del “no alineamiento activo” puede ser un camino para América Latina?
Chatam House, el influyente think tank británico, publicó un artículo en el que analiza la política exterior de América Latina en el nuevo orden mundial. El sistema internacional ya no es bipolar, sino que se ha vuelto cada vez más multipolar tras la caída del Muro de Berlín. Hoy las alianzas son flexibles y las lealtades políticas y económicas se rigen más por el pragmatismo que por la ideología. Algunas personalidades de la región (como el ex - embajador chileno Jorge Heine y expertos políticos como Carlos Fortín y Carlos Ominami) argumentan cómo y por qué América Latina debe evitar quedar atrapada entre la creciente competencia entre China y Estados Unidos, abogando por un posicionamiento activo de no alineamiento de cara al futuro.
Aspectos destacados del artículo:
- El menguante interés de Estados Unidos y el ascenso de China: América Latina ha pasado la mayor parte del siglo XX bajo la hegemonía de Estados Unidos. Desde el año 2000, China ha incrementado sus inversiones en materias primas y, más recientemente, en otros sectores como las infraestructuras en toda América Latina, convirtiéndose en el socio comercial más importante o el segundo más importante de muchos países latinoamericanos, superando a Estados Unidos y a la Unión Europea (UE).
- La idea del no alineamiento activo: La guerra de Ucrania, la geopolítica relacionada con la energía, los enfrentamientos tecnológicos por cuestiones como la producción de microprocesadores y el control de los mercados de la comunicación están llevando a Washington y Pekín a intentar ganar aliados y alejar al adversario. Pros y contras de la no alineación:
- Esta posición exige que los estados latinoamericanos exploren y profundicen las relaciones con otros, no sólo con Europa, también con otros países, por ejemplo, de África. El no alineamiento activo corre el riesgo de diluir la coherencia regional para negociar principalmente con EE.UU., China y Europa sobre cuestiones como las normas del comercio internacional, la relación entre la gobernanza económica mundial y la autonomía nacional, y entre la inversión extranjera y la transferencia de tecnología y se corre el riesgo de quedar aún más atrapados en la producción basada en los recursos naturales.
- También hay oportunidades, como la no dependencia de EE.UU. y un conjunto más amplio de estrechas relaciones económicas y diplomáticas a escala mundial, que pueden contribuir a crear las plataformas necesarias para hacer frente a las amenazas globales modernas, como las futuras pandemias, el cambio climático, la proliferación nuclear y los conflictos regionales, incluida la delincuencia transnacional.
- ¿Cuál es el contexto actual? La mayoría de los países de América Latina mantiene su relación tradicional con Estados Unidos y Europa, al tiempo que persiguen acuerdos con China, en un ejercicio de pragmatismo flexible. Pero esta fórmula puede ser compleja si se intensifican las tensiones entre Estados Unidos y China, y en consecuencia las presiones para alinearse con uno u otro en torno a disputas tecnológicas, inversiones y préstamos empujando a los países latinoamericanos a enfrentarse al reto de competir en el marco estratégico de la integración regional.