Aunque no seamos conscientes de ello, nuestro cerebro puede elegir automáticamente la forma de gestionar el dinero. Y lo hace teniendo en cuenta criterios más relacionados con las emociones que con la razón, por lo que no siempre tomamos las decisiones financieras más adecuadas. Te contamos de qué se trata la contabilidad mental y cuál es la mejor forma para que no afecte negativamente tu economía personal.

Seguramente, todos hemos escuchado que las matemáticas son exactas. Y la verdad es que, en términos teóricos, es así, pero cuando se trata de recursos como el dinero, es muy frecuente que, por ejemplo, un billete de 10 euros o dólares no tenga el mismo valor para todas las personas. ¿Por qué sucede esto? La respuesta está en la contabilidad mental. 

Se trata de una teoría desarrollada por el economista estadounidense Richard Thaler, ganador del Premio Nobel de Economía en 2017, en la que explica que la forma en la que gastamos, ahorramos o invertimos nuestro dinero depende de aspectos más emocionales que racionales. Es decir que, a la hora de gestionar los recursos económicos, nuestro cerebro toma decisiones de forma subjetiva, influenciado, principalmente, por sentimientos, gustos u opiniones. Es frecuente que esa forma de decidir ocasione problemas en nuestra salud financiera, que se podrían evitar si se tuvieran en cuenta criterios objetivos.

¿Cómo funciona la contabilidad mental?

Imaginemos que Antonio y Luis son dos amigos que han quedado para comer. Ambos han llevado 50 euros para pagar su parte de la cuenta, pero la diferencia es que el dinero de Antonio proviene de su salario, mientras que Luis lo consiguió gracias a una consola de videojuegos que ya no usaba y que vendió a través de una plataforma de economía colaborativa. A la hora de pedir la comida, el primero se fija bien en el precio de los platos y es cuidadoso para no gastarse todo el presupuesto, y el segundo elije un menú sin prestar mucha atención al importe y sin darle importancia a gastarse todo el dinero.

Como vemos, aunque se trata de los mismos 50 euros (valor real), para ambos amigos tiene un valor diferente (valor subjetivo) y en función de ello toman la decisión de gastarlo o no. En otras palabras, se trata de la contabilidad mental que hace cada uno de forma automática en su cabeza y en la que -según la teoría de Thaler- se tienen en cuenta aspectos como la procedencia del dinero, el contexto, la situación personal o si para obtenerlo han tenido que realizar algún tipo de esfuerzo. En nuestro caso anterior, está claro que a Antonio le cuesta más gastar su dinero porque para conseguirlo ha tenido que trabajar, mientras que para Luis es más fácil deshacerse de él porque no representa tanto esfuerzo para lograrlo.

Otro aspecto que tiene en cuenta nuestro cerebro para darle un valor u otro a los recursos que tenemos es que en su contabilidad mental no se registren pérdidas. Por ejemplo, si tenemos una entrada para un concierto, pero es necesario hacer una fila de varias horas bajo la lluvia, es más factible que resistamos las inclemencias del clima si hemos invertido dinero en la entrada. Si, por el contrario, fuera una entrada de cortesía o de regalo, la probabilidad de no esperar y regresar a casa sería mayor, pues nuestro cerebro interpreta en sus cuentas que no estamos perdiendo dinero. Sin embargo, en ambos casos, el valor objetivo de la entrada es el mismo.

Además, nuestro cerebro también utiliza la contabilidad mental para simplificar las decisiones financieras que toma, centrándose más en el resultado o la recompensa inmediata que obtiene con cada decisión, por lo que esta teoría está estrechamente relacionada con la Teoría del Empujón, entre otros sesgos financieros.

Consejos para combatir la contabilidad mental

Hasta este punto ya sabemos qué es la contabilidad mental y cómo puede llevarnos a malgastar nuestro dinero debido a que nuestra percepción de su valor es subjetiva. El primer paso para combatir este y otros sesgos que afectan a nuestra economía personal, como la paradoja del “hijo pródigo” que explican desde Tu Futuro Próximo, el blog de Santander Consumer España, es ser conscientes de que existen y aprender a identificarlos. 

Después, hay algunos consejos básicos que resultarán de mucha utilidad, como la creación de un presupuesto para planificar con anticipación nuestros gastos teniendo en cuenta nuestros ingresos. Esa es, sin duda, una de las mejores formas para conocer mejor el estado de salud de nuestras finanzas. Así, en caso de que tengamos que decidir si gastamos o no una determinada cantidad de dinero, lo podremos hacer sabiendo el impacto real que tendrá en nuestras cuentas, dejando de lado aspectos subjetivos como la forma en la que obtuvimos dichos recursos económicos o el esfuerzo que realizamos.

Adicionalmente, como la tendencia es a gastar o consumir cuando se trata de aquel capital que no asociamos con esfuerzo -como el dinero de un premio o alguna devolución fiscal, entre otros-, es una buena idea tomarnos el tiempo adecuado antes de decidir en qué lo vamos a utilizar, para evitar así las compras por impulso.

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