Una nevera nueva, una avería en el coche, el ordenador portátil que no carga... A veces tenemos que asumir gastos imprevistos y en otras ocasiones, aunque son planificados, no disponemos del ahorro suficiente para hacerlo o no queremos hacerlo. Por ello, identificar cuándo la financiación es una buena opción para afrontar un gasto es clave para no incurrir en deudas innecesarias. 

La financiación es una herramienta muy utilizada, tanto en la economía de los hogares como también entre las pequeñas y grandes empresas, pues les permite acceder a recursos económicos que pueden utilizar para cubrir sus necesidades, ya se trate de un gasto o una inversión. Es considerada una obligación a futuro, por lo que, como norma general, a la hora de solicitar financiación nos debemos fijar, principalmente, en el tiempo pactado para su devolución, el pago de los intereses que tendremos que afrontar como compensación por el préstamo, las comisiones -si es que las hubiera- y el importe de las cuotas.

Entre los productos bancarios de financiación más populares encontramos las tarjetas de crédito, los préstamos personales o las hipotecas, entre otros. Cada uno tiene unas características diferentes, por lo que, para saber cuál y cuándo nos conviene utilizar cada uno de ellos tenemos que plantearnos diferentes cuestiones. De esta forma, sabremos si es una buena idea, o no, financiar la compra o el gasto que tenemos que hacer. A continuación, repasamos algunas de ellas:

  • Necesidad de financiación. Puede que parezca obvio que lo primero que debamos preguntarnos es si en realidad necesitamos financiar una compra, pero la realidad es que existen sesgos financieros que hacen que algunas veces tomemos decisiones equivocadas. Por ejemplo, pagar con la tarjeta de crédito los denominados gastos hormiga -importes muy pequeños y recurrentes- o caer en la tentación de las compras impulsivas debido a la facilidad de pagarlas con crédito puede conducirnos a endeudarnos y asumir un mayor precio (debido a los intereses) por un producto o servicio que hubiéramos podido pagar al momento con nuestro propio dinero.

  • Capacidad de liquidez. Cuando hablamos de liquidez nos referimos a la facilidad de contar con dinero disponible en el momento en el que lo necesitemos. Por ello, a la hora de hacer una compra por una cuantía importante conviene identificar si, al utilizar nuestro dinero, seguiríamos teniendo liquidez o si, por el contrario, quedaríamos descubiertos ante cualquier imprevisto que pueda surgir. En el segundo caso, la financiación de dicha compra o de una parte de ella podría ser una buena idea para no gastar todo nuestro dinero. Eso sí, teniendo en cuenta siempre aspectos mencionados como los intereses, el tiempo de devolución o el importe de las cuotas.

  • Nivel de endeudamiento. Como hemos dicho, la financiación es una obligación a futuro, por lo que, antes de acudir a ella, es preciso revisar si nuestra economía personal está en condiciones de soportarla y cómo afectaría a nuestras finanzas. ¿Puedo pagar el importe de las cuotas con solvencia? ¿Tengo otras deudas? ¿Se ve afectado mi nivel de ahorro por la nueva deuda? Hacernos este tipo de preguntas nos ayudará a conocer cómo impactaría en nuestras cuentas y así evitar escenarios indeseados como el sobreendeudamiento. Precisamente, para saber cuál es nuestra capacidad de endeudamiento, Tu Futuro Próximo, el blog de Santander Consumer España, ha preparado este contenido en el que nos enseña cómo calcularla.     

  • Objetivo financiero. Además de servir para adquirir bienes y servicios con formas de pago más cómodas, la financiación también puede ser muy útil para los casos en los que nuestro objetivo sea invertir o construir un patrimonio, pero no contemos con los recursos -o la totalidad de ellos- para hacerlo. Uno de los ejemplos más frecuentes es el de las hipotecas, que permiten financiar un porcentaje del inmueble en un amplio plazo de tiempo. También, en el caso de las pequeñas o grandes empresas, es frecuente que se utilice la financiación para invertir en maquinaria o insumos que, a futuro, significarán una mayor capacidad de producción.

La clave para financiar o no financiar

Si después de evaluar los aspectos anteriores aún nos quedan dudas sobre la conveniencia o no de financiar una compra, principalmente las de pequeño o mediano valor, existe una recomendación muy sencilla: si el tiempo de financiación es superior a la vida útil del producto o servicio que queremos comprar, entonces es probable que no sea una buena idea.

Por ejemplo, imaginemos que, tras leer distintas opiniones, compramos una suscripción a una plataforma de contenidos online que dura tres meses, pero elegimos financiarla a seis meses, entonces dicha suscripción expiraría cuando la deuda apenas esté por la mitad del tiempo pactado. Es decir, seguiríamos pagando por un producto o servicio que ya no utilizamos. Además, para este tipo de compras también es recomendable acudir al ahorro previo como alternativa para mantener una buena salud financiera, reuniendo el dinero con anticipación y evitando una deuda innecesaria.

Finalmente, vale la pena recordar que, sea cual sea el producto de financiación que utilicemos, siempre es necesario asegurarnos de conocer los términos y condiciones legales establecidos, así como de contratarlo con una entidad que ofrezca todas las garantías y seguridad.

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