Última actualización: 31/03/2023

Los tonos fríos propios del invierno, el verde vinculado a la primavera, los matices radiantes del verano o los más otoñales con el marrón como protagonista. La naturaleza está llena de colores que debemos preservar y, en este sentido, la economía sostenible también cuenta con varias tonalidades. 

La concienciación por el cuidado del planeta y de aquellos que habitan en él ha sufrido una evolución sin precedentes. Esto, en gran parte, ha estado motivado porque cada vez son más patentes las consecuencias que ocasionan desafíos como el cambio climático tanto en el medioambiente como en la sociedad. 

Para avanzar hacia un futuro más sostenible, debemos reformular la manera en la que entendemos el mundo e interactuamos con él, para que nuestras actuaciones no tengan un impacto negativo. Con este propósito, surgen conceptos como la economía verde, azul, naranja o amarilla que, a través de estos colores, buscan evocar los ámbitos a los que debemos prestar especial atención cuando hablamos del compromiso con el entorno.

¿Cómo contribuir a una economía sostenible?

Como hemos mencionado anteriormente, tratar de limitar el impacto negativo que nuestra actividad tiene sobre el planeta es responsabilidad de todos. Algunos buenos hábitos para lograrlo son estos cinco:

Aplica tanto a los productos como a los servicios a los que acudimos. Aquí englobaríamos acciones tan frecuentes como hacer la compra de manera comprometida; es decir, no adquirir más alimentos de los que necesitamos, optar por productos de temporada y de proximidad, etc.

Reducir, reciclar y reutilizar, para alargar la vida útil de los productos o contribuir a que, con sus residuos, se puedan fabricar otros, precisando menos materias primas.

Según las Naciones Unidas, “en la mayoría de los países de renta alta, el transporte personal es el ámbito del estilo de vida que más huella global deja”, lo cual ha duplicado -desde la década de los 70- las emisiones de gases de efecto invernadero. La bicicleta o desplazarnos en transporte público, siempre que sea posible, son las mejores opciones de movilidad.

Recurrir a lugares o aplicaciones de segunda mano nos permitirá ahorrar a la vez que damos una segunda oportunidad a los bienes. Algunas opciones son el trueque de productos como libros, compartir vehículo, etc.

Adquiere electrodomésticos y otros dispositivos electrónicos que, a nivel energético, sean óptimos. Esto no quiere decir que, necesariamente, deban ser nuevos; de hecho, la opción de comprar productos reacondicionados está ganando popularidad. También puedes contribuir con otros gestos como mantener tu hogar a una temperatura constante o recurrir a fuentes de energía renovables para el consumo doméstico -por ejemplo, a través de la instalación de placas solares, si es posible-.

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