Cuando hablamos de cambio climático, con mucha frecuencia cometemos el error de pensar que es un problema que no nos afecta realmente en nuestro día a día. Percibimos el aumento de uno o dos grados de la temperatura global, el deshielo de los polos o el aumento de unos centímetros del nivel del mar como cuestiones lejanas, que no impactan en nuestra salud, en nuestra economía, en nuestro ocio. En este artículo te contamos algunas evidencias de que el calentamiento global del planeta está aquí y empeoran nuestra calidad de vida. Consciente de que el cambio climático es una preocupación real, aquí y ahora, Santander tiene un plan para ser una entidad de cero emisiones netas en 2050.

Hay efectos derivados del cambio climático que ya sufrimos, aunque no seamos conscientes de ello o prefiramos ignorarlos. El aumento de los gases de efecto invernadero está haciendo que muchos trabajos al aire libre se hagan casi insoportables debido a las olas de calor, que asimismo generan sequías e incendios cada vez más temibles, también en el primer mundo. Son realidades que muchas veces vemos en la televisión mientras disfrutamos de un cómodo ambiente generado por nuestro aire acondicionado, cuyo uso indiscriminado y generalizado no deja de ser uno de los factores que genera el propio problema del que se intenta concienciar.

¿Qué es el cambio climático?

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Usamos estas dos palabras para referirnos a la alteración del clima en el planeta Tierra como consecuencia de la actividad humana y del ciclo natural. En la actualidad, supone uno de los desafíos más importantes a los que se enfrenta el mundo: una amenaza que, de no destinar esfuerzos para frenarla, pone en riesgo nuestro porvenir.

Sin darnos cuenta, todos sufrimos en el día a día, y por culpa directa o indirecta del cambio climático, unos efectos que nos hacen la vida más difícil e incluso restringen nuestra capacidad para desarrollar actividades con la libertad que teníamos hace unos años. Un artículo de Global Citizen, un movimiento ciudadano global nacido en 2012 para acabar con la pobreza extrema en 2030 y actuar en defensa del planeta, nos proporciona algunos ejemplos:

Cerca del 62% de las personas en el planeta dormimos peor. Son datos de 2019, previos a la pandemia, por lo que no se puede achacar este deterioro al estrés provocado por el coronavirus. ¿La causa? Principalmente por el aumento de las temperaturas: en los meses más calurosos se han multiplicado las noches en las que el calor hace imposible conciliar el sueño. Esta es una causa directa, pero las hay indirectas, como la ansiedad entre los afectados por incendios, huracanes y otros desastres naturales. Si aumenta el número de estos fenómenos devastadores, también  crece el de las personas que sufren este tipo de estrés y tienen problemas para dormir.

El aumento de los días calurosos durante el año y el adelanto de las estaciones cálidas, unido a la polución del aire y las partículas contaminantes en suspensión, son un cóctel que complica las patologías de los que ya tienen alergia, y crea alergias en gente que nunca las ha sufrido.

El cambio climático también toca nuestro bolsillo tanto si alquilamos como si compramos una casa. Ya se construye pensando en el aumento de efectos climatológicos adversos y desastres, los costes asociados a la construcción e incluso a los seguros de las casas están subiendo.

En el último siglo, los supermercados de muchas partes del mundo se han convertido en lugares de superabundancia, donde se pueden comprar alimentos de todo el mundo, independientemente de la temporada de cultivo. Pero esta era de comodidad está llegando a su fin a medida que el cambio climático perturba la producción mundial de alimentos. Pronto será difícil encontrar o permitirse cultivos básicos como el arroz y los productos derivados del trigo, algunas frutas como los melocotones y las cerezas, y determinados pescados y mariscos.

Altas temperaturas, falta de precipitaciones y desertificación están dejando sin lluvia a zonas en las que sus ríos bajan con menos caudal, lo que hace disminuir los lagos, charcas y pozas, incluso haciéndolos desaparecer en algunos sitios. El impacto en el medio ambiente es evidente, y también para los humanos, que tienen menos sitios a los que acudir en verano para refrescarse, combatir el calor y disfrutar de la naturaleza.

El cambio climático nos afecta cuando cogemos el coche y tenemos que soportar cada vez más atascos. ¿Por qué? Con un patrón metereológico tan errático como el actual, los materiales e infraestructuras soportan un mayor estrés y son cada vez más habituales los fallos y roturas. ¿Y qué ocurre cuando una carretera, puente o túnel tiene problemas? Que el tráfico empeora hasta que se repara.

Santander, en la lucha contra el cambio climático

La lucha contra el cambio climático, por lo tanto, es responsabilidad de todos. Para avanzar, hay que empezar por dar pequeños pasos en cuestiones cotidianas, tanto en casa como en la empresa. 

Santander, en el marco de su compromiso Net Zero en 2050, ha adoptado acuerdos en aspectos que marcan el día a día de cualquier empresa, como utilizar el 100 % de la electricidad procedente de fuentes renovables en todos los países en los que opera en 2025 o eliminar los plásticos innecesarios de un solo uso de sus oficinas y edificios corporativos.

100 %

de la energía que consumamos sea de fuentes limpias en 2025

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de la energía que consumamos sea de fuentes limpias en 2025

Son decisiones que están al alcance de cualquier persona o compañía. En el caso de las empresas, a medida que crece su tamaño, como es el caso de Santander, también lo son sus ambiciones para la lucha contra el cambio climático y las acciones que se toman. Desde 2020, el banco ha logrado la neutralidad de carbono de su propia actividad, con la compensación de emisiones mediante cinco proyectos que han sido certificados por cumplir con estándares internacionales reconocidos, como el Gold Standard, el Verified Carbon Standard (VCS) y el Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL) del Protocolo de Kioto.

Al mismo tiempo, Santander se ha propuesto apoyar a todos sus clientes para que reduzcan sus emisiones de carbono, impulsando la transición de la sociedad hacia una economía verde mediante un importante esfuerzo financiador y de oferta de productos verdes. 

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