La digitalización ha cambiado la forma en la que entendemos el mundo y actuamos en él. Así, cientos de objetos han traspasado la barrera de lo material hasta ganar un puesto de honor en el mundo en línea. Un ejemplo de ello son las tarjetas virtuales. A continuación, te contamos en qué consisten y cómo han revolucionado el ámbito de los pagos. 

Un número de identificación, la fecha de caducidad, el CVV… Si nos hablan de estos datos, podríamos pensar en cualquier tarjeta bancaria, también una tarjeta virtual. Y es que, en efecto, este tipo no dista mucho de las que imaginamos físicas, con la única diferencia de que, en esta ocasión, el método de pago no existe de forma material. 

Son, por lo tanto, tarjetas bancarias que solo existen en manera online y se almacenan en un monedero electrónico (también llamado wallet). Por ello, se han convertido en una opción cada vez más recurrente por los consumidores para pagar las compras en comercios virtuales, aunque también es posible, dependiendo de la entidad, hacerlo en algunos establecimientos físicos que dispongan de un sistema de cobro sin contacto (contactless).  

En cuanto a los fondos disponibles en ella, este tipo se puede presentar bajo distintas formas, en función de la entidad bancaria: una opción mayoritaria es el prepago, en el que el usuario carga un saldo determinado, por ejemplo, a través de la app de banca digital, un cajero o una sucursal; otra es la vinculada a una cuenta corriente, como ocurre en el caso de las tarjetas de débito o crédito. 

En este sentido, es importante diferenciar la tarjeta virtual de la tarjeta digital. El último término lo usamos para referirnos a la versión online de nuestra tarjeta de crédito o débito; es decir, es la réplica digital que tenemos en nuestro monedero electrónico para pagar como si lo estuviésemos haciendo con las físicas.

Tarjetas virtuales desechables: ¿en qué consisten?

Desplegable

Se trata de un tipo de tarjeta virtual cuyos datos identificativos se pueden usar en un único pago y, tras él, dicha información quedará invalidada, negando la posibilidad de realizar otras operaciones. Esto es viable porque se genera, de forma temporal, datos como el número de tarjeta o el CVV.

¿Qué ventajas tienen las tarjetas virtuales?

Internet se han convertido, para millones de usuarios, en un servicio imprescindible para comunicarse, trabajar o adquirir productos o servicios. Según Eurostat, ya en 2019, el 60% de los ciudadanos de edades comprendidas entre 16 y 74 años de edad de la Unión Europea hicieron alguna reserva o adquisición de productos y servicios de forma online

Una parte de estas compras se efectuaron con tarjetas como las virtuales, cuyas ventajas principales son: 

  • La comodidad: los clientes tienen en sus dispositivos inteligentes este método de pago para usarlo cuando lo necesiten, sin que sea necesario llevar un soporte físico particular como puede ser una tarjeta convencional.
  • La seguridad: cuentan con los mecanismos necesarios para hacer las compras con todas las garantías. Por otro lado, desde aplicaciones como la de banca digital, los usuarios pueden gestionarlas de forma sencilla y segura; por ejemplo, apagándolas cuando no quieran hacer uso de ellas. Además, no tienen el riesgo de ser extraviadas.  
  • Los costes: supone una opción en la que tanto la entidad emisora como el consumidor los ahorran. En el primer caso, se suprimen, por ejemplo, los costes de materiales, fabricación y envío -algo que también contribuye a la sostenibilidad del planeta-; y en el segundo, generalmente no suelen llevar asociadas comisiones de emisión ni mantenimiento, aunque esto debe ser comprobado en las condiciones particulares de contratación de cada una de ellas. 

Te puede interesar