“Cadena de bloques”, o blockchain en inglés, es una base de datos compartida o distribuida donde la información registrada está almacenada en bloques, ligados entre sí criptográficamente, y validada de una forma descentralizada a través de un protocolo común. En otras palabras, es una forma de almacenar información de forma segura, con mayor trazabilidad y accesibilidad.

Blockchain se diferencia de una base de datos tradicional en que esta se basa en un registro de datos central. Por ejemplo, si alguien se quiere comprar una casa, deberá acudir al registro de la propiedad para verificar los datos sobre el inmueble. En una base de datos compartida, no existiría un registro central como tal, sino que cada participante de la red tendría a su disposición una copia de esa base de datos.

Para comprender más fácilmente los conceptos de base de datos compartida y descentralizada, te presentamos un símil con diferentes procesadores de texto. Un documento de Microsoft Word solo puede estar abierto por una persona a la vez, de modo que, si se estuviera realizando un trabajo en grupo, se podrían llegar a generar varios documentos de Word que, posteriormente, alguien debería agrupar en una única versión “centralizada”.

En Google Docs, en cambio, varias personas pueden trabajar sobre un documento al mismo tiempo, de manera “distribuida”. Así pueden incorporar cambios y ver en tiempo real las modificaciones que el resto de participantes están haciendo sobre el documento.

En el primer ejemplo, la decisión final sobre el documento a guardar es del encargado de agrupar los cambios de sus compañeros.  Puede elegir, o no, qué cambios incluir (“centralizado”). En el segundo ejemplo, el documento final es establecido por consenso (“descentralizado”).

blockchain-tradicional

De este ejemplo se pueden deducir algunas de las características fundamentales que presenta blockchain:

  • Compartida. Como ya se ha mencionado, blockchain es una base de datos compartida, es decir, cada individuo participante tendrá una copia de la base de datos que se actualizará a tiempo real.
  • Irreversibilidad. Los bloques de información están ligados criptográficamente. Una vez que se crea un bloque no puede modificarse sin, necesariamente, cambiar también todos los bloques posteriores, necesitando el consenso de los participantes para realizar dicha operación, lo cual, en la práctica hace que el blockchain tenga la característica de “irreversible”.
  • Seguridad. Derivado de las características de compartida e irreversible, se consigue una base de datos que, en términos generales, es más segura.

Por el contrario, también se pueden destacar algunas desventajas:

  • Eficiencia. Las bases de datos tradicionales funcionan perfectamente y, en muchas ocasiones, se encuentra que el coste del cambio no compensa el potencial beneficio derivado de las ventajas de blockchain.
  • Accesibilidad. Igual que ocurría con los primeros ordenadores, la experiencia de usuario que ofrece blockchain, en algunas ocasiones, no es la más accesible. En este sentido, queda camino por recorrer para que todas las personas puedan trabajar con esta tecnología.
  • Incertidumbre. Un desafío clave que se destacan en numerosos estudios son los riesgos desconocidos que se derivan de una tecnología aún emergente. 

En una serie de artículos cubriremos en detalle las aplicaciones de la tecnología blockchain a la vida real. Más allá de lo relacionado con nuevos sistemas de pago y los criptoactivos, esta tecnología podrá mejorar la eficiencia en términos de trazabilidad de operaciones o reducir costes de validación, gracias a los smart contracts, entre otras aplicaciones.  

Este artículo tiene exclusivamente carácter educativo y no refleja la opinión ni la estrategia de Banco Santander. Tampoco debe tomarse como asesoramiento financiero.

Nota: Los criptoactivos están expuestos a un elevado riesgo de iliquidez y pérdida total o indisponibilidad temporal del capital invertido, por tratarse de productos muy especulativos, con extrema volatilidad de precios y fuertes oscilaciones sobre su valor. Los criptoactivos no están regulados y pueden no ser adecuados para inversores minoristas. Sus precios se constituyen en ausencia de mecanismos que aseguren su correcta formación, como los presentes en los mercados de valores regulados. Asimismo, su fuerte dependencia tecnológica puede conllevar fallos operativos, amenazas cibernéticas y riesgos derivados de la custodia de los criptoactivos por el marco jurídico aplicable, así como en caso de robo o pérdida de credenciales o claves. Los criptoactivos también podrían entrañar riesgo de fraude o de blanqueo de capitales. Los criptoactivos podrían no enmarcarse en la regulación de la UE, en cuyo caso no se contaría con la protección prevista en dicha regulación y el capital invertido en los mismos no estaría cubierto por mecanismos como el Fondo de Garantía de Depósitos o el Fondo de Garantía de Inversiones. La resolución de cualquier conflicto podría resultar costosa.

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