La salud económica de los países no solo depende de su propia capacidad para producir bienes y servicios, sino que también está condicionada por lo que sucede en los conflictos bélicos, las crisis sanitarias o, incluso, la moda y las creencias de los mercados, entre otras razones.  

A lo largo de la historia han tenido lugar un gran número de recesiones económicas, impactando negativamente en las finanzas de las personas, empresas y, en general, de la sociedad que las ha padecido. Por ello, las administraciones de los países y regiones alrededor del mundo suelen tomar medidas para esquivar este escenario económico, aunque no siempre lo logran. Entonces, si ya ha sucedido varias veces en el pasado, ¿por qué persiste el riesgo de que vuelva a ocurrir?, ¿cuál es la causa?, ¿cuáles son los efectos?

Antes de contestar a esas preguntas, es necesario tener en cuenta que la economía está compuesta por ciclos de subidas y bajadas, y que su comportamiento es similar al de una ola: cuando crece, la curva empieza a subir hasta alcanzar su capacidad máxima y luego inicia una fase de bajada hasta tocar los mínimos para, otra vez, volver a escalar. A la fase de crecimiento se le conoce como expansión económica mientras que a la opuesta se le denomina contracción económica.

La recesión en el ciclo económico

Ahora bien, si la contracción se extiende durante dos trimestres seguidos entonces se considera que una economía ha entrado en recesión, y el indicador que, por norma general, se toma como referencia para identificarla es el PIB (Producto Interno Bruto). Un error que puede ser común es confundir recesión con desaceleración, pero mientras que en la recesión los valores de crecimiento son negativos -parte baja de la ola-, en la desaceleración el crecimiento sigue siendo positivo -parte superior de la ola-, pero más lento que el del periodo anterior.

¿Qué causa una recesión económica?

Si hay algo que debemos tener claro es que todas las recesiones no son iguales y que, además, pueden ser causadas por diferentes motivos y manifestarse, también, de varias formas. Aunque generalmente después de un periodo de expansión las economías son más propensas a sufrir una recesión debido a los ciclos que hemos mencionado anteriormente, existen otros factores que pueden desencadenarlas, algunos de los cuales no se pueden prever o contrarrestar. A continuación, te explicamos tres de las causas más frecuentes.

  • Sobreoferta. Se origina por un exceso en la oferta de bienes o servicios. Suele ser una consecuencia de la bonanza económica, en la que las empresas aumentan su producción para satisfacer el consumo y cuando la demanda llega a su nivel máximo y empieza a disminuir, ocasiona una acumulación de inventarios que no tienen salida en el mercado. El resultado es una reacción en cadena: las empresas producen menos y reducen los puestos de trabajo, lo que a su vez deriva en la pérdida de poder adquisitivo en la sociedad y el consumo baja aún más.

  • Incertidumbre. Se produce cuando no se puede conocer o calcular cómo será el comportamiento de la economía en el futuro, por lo que aumenta el riesgo a la hora de tomar decisiones en los diferentes mercados. Los conflictos bélicos o las pandemias son dos ejemplos de situaciones que producen incertidumbre económica, haciendo impredecibles los hábitos de consumo en el corto, mediano y largo plazo. En consecuencia, las decisiones de las empresas y las personas en el gasto o la inversión se posponen, produciendo una caída en la actividad económica.

  • Especulación. Generalmente, las burbujas económicas son ocasionadas por el aumento indiscriminado en el precio de un activo, debido, entre otras razones, a la especulación, moda o creencia de los mercados. Los inversores adquieren los bienes atraídos por el alza en las cotizaciones, esperando obtener beneficio a futuro por la revalorización. Sin embargo, a medida que quienes compraron empiezan a vender, la oferta supera a la demanda, empujando la caída de los precios por la falta de nuevos compradores y es entonces cuando la burbuja explota. Los tulipanes de Países Bajos en el siglo XVII o el mercado inmobiliario de 2008 son dos ejemplos.

Cuanto más tiempo permanezca un país o región geográfica en una recesión económica, más difícil será revertir los efectos que desencadena, como la disminución del consumo, la caída de las inversiones, la reducción en la producción de bienes y servicios o la pérdida del empleo. Además, también aumentará el riesgo de entrar en la siguiente fase negativa de la economía, que es la depresión económica.

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