La formación fuera del país de origen abre puertas laborales. Y es que las empresas valoran positivamente que sus futuros empleados estudien más allá de sus fronteras. Banco Santander es una de ellas, con las becas ProUni a la cabeza


Los jóvenes se lanzan cada vez más a estudiar en el extranjero. Salir de su país natal, conocer nuevas culturas, otras formas de vida o adquirir diferentes conocimientos. Esto es posible gracias a un cambio de mentalidad social, a la gran oferta de becas estudiantiles o a las facilidades de transporte y comunicaciones.

Cuatro razones para dar el salto

Aunque a algunos pueda darles vértigo al principio, prácticamente todos los jóvenes que han vivido la experiencia de estudiar fuera de su país han vuelto afirmando que ha sido una de las mejores decisiones de su vida. Estos son algunos motivos:

  1. Aprender un nuevo idioma. Vivir una temporada en un país con una lengua diferente y tener que estudiar en esta asegura su aprendizaje. Además, la relación con otros alumnos de ese país aporta un enorme valor. Por ello, uno de los destinos más demandados es Reino Unido, por el inglés; Alemania, por ser una de las economías más fuertes del mundo; o Francia, con un idioma esencial en las instituciones europeas.
  2. Acudir a una gran universidad. Muy importante para el currículum. Estudiar un año o cursar un máster en una universidad prestigiosa ofrece enormes oportunidades laborales. En muchas ocasiones, algunos de estos centros ofrecen becas de excelencia que permiten a los alumnos vivir la experiencia.
  3. Establecer nuevos contactos. Ofrece la oportunidad de conocer a otros alumnos con los mismos intereses y que provienen de todas las partes del mundo. En este aspecto, se ganará en lo académico, pero, sobre todo, en lo personal.
  4. Trabajar en el extranjero. Estudiar fuera es casi una obligación si, en un futuro, se quiere tener trabajo en otro país. El conocimiento de la forma de trabajar de un país determinado es esencial.

Motivos para decidirse

Estudiar en el extranjero hace que la mente se abra y los horizontes de los que se deciden por ello se amplíen. Es una afirmación que repiten todos los alumnos que viven la experiencia. Salir fuera hace que los prejuicios, si es que se tienen, desaparezcan, ayuda a que las personas maduren y hagan frente a nuevas situaciones, y se puede considerar como un auténtico reto personal.

Las empresas valoran muy positivamente que sus empleados hayan salido al exterior, conocido nuevas culturas y evitado el sedentarismo. Un ejemplo de ello es Alice Assis, alumna brasileña que estudió Ciencias Políticas en la Universidad de Salamanca gracias a ProUni, una beca financiada por Banco Santander en colaboración con el Ministerio de Educación de Brasil. En cuatro años, Alice aprendió español y se graduó. Aunque sea, por supuesto, esencial para su formación, a la joven le marcó más en su faceta personal. “Cuando sales de tu país, de tu zona de confort, aprendes mucho acerca del otro y aprendes a aceptar que existen maneras diferentes de pensar y de actuar. Eso te hace crecer como individuo. Me ha proporcionado una visión mucho más amplia gracias al contacto con personas de diferentes países y profesores de muchas nacionalidades. La experiencia en el exterior te hace ver las diferencias con otros ojos, aprendiendo a aceptar y conocer al otro”, sostiene.

Los mejores países

El idioma es uno de los grandes factores a tener en cuenta, aunque no es el único.

  • Nivel de sus universidades. En el caso de que el ámbito académico sea la prioridad, hay que prestar atención al sistema de enseñanza del país y su recorrido formativo.
  • Nivel adquisitivo. Vivir en países como Suecia o Finlandia es caro. No es lo mismo ir a estas zonas como trabajador, ya que el sueldo es proporcional al nivel de vida, que como estudiante. En cambio, países como Polonia o Eslovenia son más baratos.
  • Localización. El clima, las horas de luz… son elementos a tener en cuenta en función de las preferencias de cada uno. O, por otro lado, la ubicación del país si, una vez allí, se quiere viajar a otras zonas cercanas.
  • Relaciones sociales. Aunque se conozca a mucha gente en cualquier país, existen algunos donde se encuentran las ciudades universitarias por excelencia, es decir, aquellas que, además de ofrecer un gran nivel educativo, destacan por su ocio y el número de actividades con las que cuenta. Entre ellas, Granada, Barcelona, Salamanca, Londres, Berlín, Burdeos, Bolonia…

Formas de estudiar en el extranjero

Existen muchos programas y becas que facilitan la salida al extranjero. Es muy importante prestar atención a los convenios entre las universidades para la convalidación de las asignaturas. Además, claro está, las ayudas económicas son esenciales.

  • Erasmus +. Es el programa estrella y el más conocido. Con más de 30 años de historia, favorece el intercambio de estudiantes entre los países miembros de la Unión Europea. A estas ayudas se unen las que proporcionan diferentes entidades como el programa Becas Santander Erasmus, que concede más de 2.000 becas de hasta 3.200 euros. Uno de los privilegiados fue David Barrera, estudiante de Ingeniería Industrial, que pasó un año en París. “Esta beca me abrió un horizonte de posibilidades: nuevos contactos, amigos de culturas muy distintas a la mía, nuevas experiencias… y me ayudó muchísimo a la hora de abrirme al mercado laboral con oportunidades que de otra forma no hubiera tenido”.
  • Leonardo. Para aquellos estudiantes recién titulados que quieran hacer prácticas en otro país.
  • Fullbright. El proceso de selección es muy exigente. Financia a aquellos estudiantes que rozan la excelencia para que estudien un máster en Estados Unidos.
  • Becas Santander Iberoamérica. Concede más de 1.000 becas para estudiar en universidades de Argentina, Brasil, Chile, México o Portugal.

¿Regreso a casa?

Muchos de los que viven la experiencia de estudiar en el extranjero deciden quedarse y no volver a su país. Una beca suele abrir las puertas para encontrar trabajo en función de la forma en la que los estudiantes se muevan. Y, si no se ha tenido suerte, algunos vuelven años más tarde, cuando están aún más preparados.

Aunque, cómo no, los hay que se impregnan al máximo de su estancia en el extranjero y vuelven a su casa para poner en práctica todo lo aprendido. Alice, por ejemplo, está haciendo prácticas en un centro de investigación brasileño y sostiene que quiere trabajar “en favor de Brasil”, su país.

“Hoy en día, tengo un deseo enorme de continuar conociendo cada parte del mundo, porque esto me ha permitido conocerme a mí misma. Los conocimientos académicos que he adquirido me han permitido tener una visión más amplia y crítica de la sociedad. Sueño con activar en Brasil políticas públicas que desarrollen este campo como forma de progreso”, afirma.