El mundo empresarial ha sufrido una metamorfosis sin precedentes con motivo de la digitalización. Los avances tecnológicos en la era virtual han puesto aspectos como la escalabilidad en el epicentro de la visión de muchos negocios, aumentando la popularidad de términos como “startup” y “scaleup”. A continuación, descubrimos en qué consisten y cuáles son sus características principales.

Las tecnologías de la información y comunicación (también conocidas por sus siglas TIC) han abierto frente a nosotros un universo de enormes posibilidades: cada vez es más rápido y sencillo interactuar con otras personas y empresas, sin que las barreras geográficas supongan un impedimento. 

Este progreso ha estimulado el emprendimiento, surgiendo empresas cuyos bienes y servicios están enfocados precisamente al uso de las nuevas tecnologías: nos estamos refiriendo a las startups. Estas se caracterizan, entre otros aspectos, por ser empresas emergentes enfocadas a la innovación en diferentes sectores -por ejemplo, en el financiero están las fintech-. En consecuencia, no cuentan con un recorrido significativo en el tejido empresarial como pueden tener las pymes -pequeñas y medianas empresas-, pero, a diferencia de estas, pueden tener un alcance más allá de lo local; los costes son menores; y la financiación, generalmente, proviene de inversiones de terceros.

Un rasgo particular de una startup también es que buscan incrementar su tamaño e ingresos en tiempos menores. En este deseo de expansión, muchas de ellas pueden llegar a ser scaleups. Por tanto, son términos que guardan una estrecha relación entre sí, pero que también cuentan con diferencias significativas:

  • Crecimiento: entendemos por scaleup una empresa que, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), protagoniza un ritmo anual superior a un 20% en facturación o número de personas empleadas, a lo largo de los tres ejercicios anteriores. Esto destaca frente a las startups, cuya expansión es más lenta.

  • Ciclo de vida: la scaleup ya cuenta con un producto o servicio maduro, con cierta trayectoria y rentabilidad. Las startups, por el contrario, se encuentran en una etapa inicial conocida como “nacimiento”.

  • Modelo de negocio: en relación con los puntos previos, las scaleups ya han encontrado una fórmula rentable y escalable, dado que la experiencia les ha otorgado un mejor desarrollo del producto o servicio, así como un mayor conocimiento de sus debilidades y fortalezas. Teniendo en cuenta todo ello, su deseo principal es expandirse en el mercado.

  • Financiación: como hemos señalado anteriormente, la financiación en las startups proviene, en términos generales, de terceros como los denominados business angels, particulares que apuestan, con capital, por estas nuevas empresas y, además, se involucran en su gestión. En el caso de las scaleups, también destaca el apoyo proveniente de grandes compañías, que se ven atraídas por la madurez con la que cuentan dichas organizaciones punteras. 

  • Talento humano: a diferencia de las startups, los equipos están formados por personas que poseen una experiencia muy específica en un determinado ámbito -no tan transversal como el primer caso-. Además, las scaleups cuentan con profesionales con notoriedad en el sector por su capacidad de creación de empleo y riqueza. 

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